Toda tradición es un lazo ancestral que conecta las generaciones. Cuando no existía la palabra escrita, la dimensión simbólica de una fiesta tenía un valor social, que ligaba a menudo lo económico y lo religioso en una misma realidad. Hoy en día, milenios después de la invención de la escritura las tradiciones (y con ellas celebraciones y festejos) son restos de un pasado muchas veces olvidado y hasta desconocido cuyos ritos simbólicos parecen máscaras decorativas de una identidad frívola y vacía. Subsisten en nuestro calendario decenas de festividades de las cuales desconocemos sus orígenes paganos o astrológicos cuyo sentido, caro a nuestro ancestros, resultan hoy demasiado remotos en el tiempo como para comprender su relevancia.
Las festividades tradicionales, se han transformado sin duda en eventos comerciales, fieles a la mitología del consumo que caracteriza nuestro tiempo. Se trata pues, de una manera de explicar el funcionamiento del mundo.